martes, 6 de noviembre de 2012

Demasiado rápido, demasiado pronto

Esta semana me ha sorprendido una noticia publicada por Marca en edición impresa (que no digital): dos niñas de 10 y 12 años corren maratones, triatlones y carreras de montaña. La noticia se ha originiado en Estados Unidos, donde ha tenido cierta repercusión en el mundo del running popular, aunque Sandy y las elecciones se han encargado de desviarla de los principales focos de atención de interés general. El debate, como os podéis imaginar, está servido.

Lo primero en que pienso siempre que me hablan de este tipo de niños prodigios es en la figura paterna. Sí, el síndrome de Leopoldo Mozart está genealmente presente en este tipo de padres, frustados, deseosos de que sus hijos sean capaces de conseguir aquellos logros en los que ello se quedaron a mitad de camino y capaces de castigar a sus hijos con los más extrictos regímenes de entrenamiento en aras de conseguir el éxito que ellos no obtuvieron. En este caso la premisa se cumple 100%. El papá, dice la noticia, fue jugador frustado de futbol y las lleva de una carrera a otra en su furgoneta, corriendo pruebas sábados y domingos. Según el pediatra de ambas, tanto esfuerzo es perfectamente asumible y no representa problema alguno para la salud.

La noticia incide en la reacción de competidores y expectadores ante el hecho de que en pruebas de marcado caracter senior participen dos niñas con una fisionomía muy alejada aún de la de un cuerpo adulto. "La gente nos lanza gritos de apoyo", dice el padre, "pero también de rechazo e incluso insultos".

Si me preguntan cual es mi punto de vista, este tipo de precocidad no me parece ni buena ni mala, tan solo poco práctica. Creo que ambas alcanzarán su zenit  atlético dentro de 10-12 años y a partir de ahí su carrera irá cuesta abajo. La explicación:  en los deportes de resistencia el cuerpo es el principal factor limitante y creo que mantener ese nivel de competición y entrenamiento mucho más tiempo les va a a resultar complicado.

Una última reflexion: Alguno de vosotros probablemente piense que la solución está en preguntar a las niñas, si les gusta lo que hacen o prefieren jugar con muñecas y disfrutar del tiempo libre. ¿qué creéis que van a decir?  

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