domingo, 26 de agosto de 2012


Los campeones que el atletismo se perdió 

  • "No desespero por asentarme en la élite del basket", Julio González, jugador de baloncesto Leon.

  • "Todo lo que he conseguido se lo debo al atletismo", Pablo Álvarez, jugador del Deportivo.

  • "Fui campeón de España infantil en longitud", Nano, jugador del Numancia.

ANDRÉS ARMERO 27/03/12 - 19:00.

Marca nos obsequia de vez en cuando con periodismo deportivo del bueno, especialmente en aquellos redatores que huyen sobremanera del futbol y todo cuanto le rodea. Andres Armero es uno de ellos. En marzo de este año publicó este artículo que reproduzco integramente y que ayuda a entender la grandeza ( y las miserias) del atletismo
 
Los júniors de Oro se asocian al cielo de Pau Gasol o al infierno de Souleymane Drame. Julio Alberto González (Gijón, 1981) lucha en el purgatorio de la Liga LEB desde aquel oasis de 1999. El mayor éxito de su vida marcó el final de una época gloriosa en la que contaba sus días por triunfos. Aquel niño asturiano por accidente había sido durante mucho tiempo uno de los deportistas más completos que Galicia conocería jamás.
González dominaba las pruebas combinadas en atletismo con una superioridad aplastante. La misma que demostraba al coger un rebote y sacar un contraataque huracanado que él se bastaba para resolver. Desde infantiles, tras pegar un estirón considerable, el poderío de sus mates sólo era equiparable al de su salto de altura. Sus 32 puntos daban al colegio Martínez Otero de Foz la posibilidad de alzarse con un campeonato gallego tras vencer a Obradoiro por 42-35. Los 2.541 puntos en pentatlón y sus registros de más de 1,77 metros en altura le catapultaban a la gloria individual. Sin embargo, el mundo nunca vería la progresión de aquel atleta total.
"Fue en un campeonato en Vilagarcía de Arousa, tenía 14 años", esboza. Una oferta de Baloncesto León fue su trampolín a la élite de la canasta: "Cuando terminó aquel éxtasis por ganar a Estados Unidos en el Mundial júnior en Lisboa me quedaban dos años de contrato en León". Un equipo que había vibrado temporadas enteras en la élite se desvanecía poco a poco. Tras jugar en León, pasó por Los Barrios y Tenerife.
En categoría sénior nunca estuvo en el sitio adecuado en el momento preciso. "En Tenerife jugué una final para ascender a la ACB, nos ganó el Bruesa. En León tuve otra oportunidad, curiosamente contra el Tenerife, pero subieron ellos. Al igual que me pasó frente al Bilbao", se lamenta.
Tres intentos fallidos no hacen mella en el eterno sueño de un jugador que quiere asentarse en la máxima categoría tras más de una década de batalla: "No desespero. Ojalá que sea en León". Una fuerza mental forjada en la superación que el atletismo le inculcó.
El atleta Pablo Álvarez
Pablo Álvarez (Oviedo, 1980) ha sobrevivido en el fútbol con talento, esfuerzo y una condición física sobresaliente. El motivo no es otro que el deporte rey de los Juegos. "Lo que he conseguido se lo debo al atletismo", comenta. "Empecé con 10 años en cross y medio fondo, compaginándolo con el fútbol", dijo. Sus padres, lejos de obligarle a elegir, lo alentaban. "Me decían que lo hiciera todo, que escoger entre uno u otro era una estupidez, que todo es formación".
Aquellos años fueron complicados para aquel asturiano afincado en Lugo desde niño. "En ambos deportes querían que dejase el otro", confiesa. El chico no estaba dispuesto porque le "encantaba competir en todo". Además, en el C.D. Lugo no contaba con todas las oportunidades deseadas, como le ocurría a Diego López, el portero del Villarreal. "Llegué a dejar el fútbol, pero Miguel García, el que sería mi entrenador, me llamó y me volvió el gusanillo", afirma. Hasta los 18 años, Álvarez combinó goles y velocidad endiablada en el terreno de juego y en el tartán.
En este último, rozó el podio en el Campeonato de España en cadetes en 1.000, en la que venció en Galicia con 2:37. En aquella época corría los 2.000 metros lisos en 5:49. En juveniles logró sacarse la espina y meterse entre los tres mejores de España en 1.500, además de hacerse con el 2.000 obstáculos gallego con 6:09.
Todo mientras se fraguaba una merecida fama como futbolista de ataque. Entre sus víctimas en atletismo se encuentran profesionales reconocidos como Pedro Nimo, aspirante a los Juegos en maratón. La Escuela de Mareo se llevó a su nuevo extremo derecho y el corredor olvidó el tartán. Era su mayoría de edad y el Sporting, el equipo de su vida.
De Mendieta a Nano
Nadie puede saber si el 1.500 español encontraría en la figura de Pablo Álvarez a uno de sus puntales. El suyo era un caso análogo al de Mendieta, quien hasta los 15 años fue un referente a nivel nacional en las pruebas de obstáculos y medio fondo.
De la ciudad de la Torre de Hércules vino al mundo, un año después que Pablo Álvarez, un cuerpo de proporciones idóneas para la práctica deportiva. Fernando Macedo Da Silva, Nano (La Coruña, 1982) "tenía un físico alto y potente" para las pruebas de longitud y velocidad. "A los 12 años comencé en el atletismo porque a mi padre le encantaba", explica desde Soria, donde milita en las filas del Numancia.
"En longitud fui campeón de España con 6,20 metros en infantiles y también en la prueba de 150 metros, donde hacía 17,1 segundos", argumenta. Nano tenía claro que aquello era muy bonito, pero que a él le "gustaba más competir que entrenar". Además, el Barça llamó a su puerta cuando sólo contaba con 15 años. El atletismo se marchitó. Van Gaal le dio la alternativa y la grada del Camp Nou soñó despierta con el nuevo Rivaldo.
Su indiscutible calidad no fue suficiente para quedarse en Can Barça y su fantasía se diluyó. Primero el Atlético, luego el Getafe, el Cádiz y el Racing de Ferrol. Una caída en su fútbol de la que logró levantarse para aportar lo mejor de sí en Soria. Nano se prepara, a los casi 30 años de edad, para dar el último gran salto de su carrera y volver a Primera. Un futbolista que supo rehacerse en circunstancias complicadas. Quizá la reminiscencia de sus años de atleta.
Un denominador común de varios deportistas que triunfaron en otras modalidades, aprovechando su base atlética. El fútbol y el baloncesto recogieron los frutos que el padre de todos los deportes había sembrado algún día. El peaje lo pagó el atletismo. Sus delfines prefirieron nadar en otros mares.




No hay comentarios:

Publicar un comentario