Me sorprende enormemente la
cantidad de corredores aficionados que estoy encontrando esta primera semana de
septiembre por los diferentes carriles donde entreno. Muchas personas, muchas
mujeres, la mayoría novatos, con ritmo bajo pero muchas ganas de progresar y
aumentar distancia. ¡Qué bueno!
Quizá acabemos correndo en El Retiro de esta guisa |
En otro entorno, en el
trabajo, con la familia y amigos, muchos hablan de empezar a correr, de salir
un par de veces o tres a la semana con regularidad e incluso de arrancar con
una primera carrera. Te preguntan por zapatillas, por equipación, por planes de
entrenamiento.
¿Qué está pasando? ¿Tiene
la crisis-recesión-rescate (esa que todo lo condiciona) algo que ver con ésto?
Sí y no. No creo que el
único motivo que induzca la práctica de este deporte venga dada porque el
paddel, el golf o el gimnasio supongan un desembolso relevante a fin de mes
para quien lo practica. Los dos primeros son deportes en crecimiento, y los
gimnasios cada vez son capaces de ofertar precios competitivos. ¿donde está el
truco entonces?
Los que practicamos este deporte siempre hemos asociado su éxito a una serie de factores claros: es muy sencillo de practicar, no requiere mucho tiempo ni dinero, es gratificante, ayuda a reducir peso, es saludable, desestresa y gratifica en cuanto siempre se está mejorando en tiempo y distancia. Seguro que la mayoría de los runners estamos en este mundo por alguna de estas razones.
Pero quiero ir un paso más allá: Bajo mi punto de vista, en
los últimos cinco años el running se ha instaurado en las clases adineradas como concepto de vida saludable, ayudado sobre todo por los ejecutivos de multinacionales americanas donde el "runners club" es todo un fenómeno. De ahí ha descendido masivamente a las clases medias, potenciado por ese deseo
que estas siempre tienen de emular y alcanzar hábitos de vida similares a los de quienes están
por encima suya en la pirámide de ingresos.
Por supuesto es una opinón. No soy sociólogo ni creo que haya estudios formales que demuestren
este argumento, pero he leído que algo similar ocurre en la popularidad de los
nombres de recién nacidos o en el mundo de la moda, que siempre penetra su producto en
clases sociales en la cúspide de la pirámide económica y de ahí descienden
hacia abajo masificando el beneficio a costa de reducir los precios. No es que todos los que han empezado a correr sean unos snobs o
quieren empezar en el running porque su jefe lo hace, pero a favor de este
argumento econtramos otros deportes como el paddle y el golf, que entraron en
España con practicantes de alto poder adquisitivo que vincularon su práctica al
mundo de los negocios y fueron bajando en la pirámide adquisitiva.
¡No me vayáis a crucificar!
El atletismo popular es gratificante, sano, saludable y apasiona a quienes
llevamos practicándolo desde hace años, sin importar si somos estudiantes,
parados, mileuristas, ejecutivos o millonarios. pero no os extrañéis que uno de estos días alguien os comenta que utiliza el running para hacer "networking" (
que es lo que en mi pueblo siempre se ha llamado "buscar a un padrino que
te enchufe en un curro mejor que el que tienes")
En cinco años, el triathlon será el siguiente fenómeno.
Tiempo al tiempo
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